Lorena Diblasi, biotecnóloga tucumana e investigadora del CONICET, ha liderado una investigación que detectó la presencia de 55 elementos no declarados en diversas vacunas contra la COVID-19, incluyendo las de AstraZeneca, CanSino, Moderna, Pfizer, Sinopharm y Sputnik V. Entre estos elementos se encuentran nanopartículas metálicas, metales pesados y lantánidos citotóxicos, comúnmente utilizados en dispositivos electrónicos y optogenética.
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El estudio, publicado en la revista International Journal of Vaccine Theory, Practice, and Research, utilizó técnicas de espectrometría de masas con plasma acoplado inductivamente (ICP-MS) para analizar la composición de las vacunas. Los hallazgos incluyen la detección de cromo en el 100% de las muestras analizadas, arsénico en el 82% y níquel en el 59%, entre otros metales pesados.
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Estos descubrimientos han generado un intenso debate en la comunidad científica y en la opinión pública sobre la transparencia y seguridad de las vacunas. Algunos expertos han cuestionado la rigurosidad del estudio y la reputación de la revista en la que fue publicado, señalando la falta de revisión por pares y de procesos de evaluación científica tradicionales.
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Además, la difusión de esta investigación ha enfrentado censura en plataformas digitales como YouTube, que han eliminado videos relacionados, argumentando incumplimiento de políticas contra la difusión de información médica errónea. Esta acción ha avivado el debate sobre la libertad de expresión y el rol de las plataformas digitales en la moderación del contenido.
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La controversia en torno a este estudio destaca la necesidad de debates abiertos y rigurosos en el ámbito científico, así como de una mayor transparencia por parte de la industria farmacéutica en la declaración de los componentes de las vacunas.

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