Antonio “Tony” Galvagno fue protagonista del llamado “Roswell Argentino”, un supuesto caso de caída de un objeto volador no identificado ocurrido en Joaquín V. González, Salta, el 17 de agosto de 1995. Ese día, alrededor de las 13:45, se escucharon dos explosiones y se percibió un temblor en la zona. Galvagno, piloto civil, salió a la calle y observó junto a otros vecinos una columna de humo en la lejanía, hacia la Serranía Colorada.
Al día siguiente, Galvagno sobrevoló la zona en su avión ultraliviano y encontró una franja quemada de unos 1.500 metros de largo por 600 de ancho, con árboles arrancados, tierra removida y un misterioso polvo blanco. Durante el sobrevuelo, su aeronave perdió sustentación de forma repentina, obligándolo a realizar un aterrizaje de emergencia. Al intentar regresar para investigar más, fue interceptado por Gendarmería Nacional, que le prohibió continuar aduciendo razones de “seguridad nacional” y “espacio aéreo cerrado”.
Más tarde, Galvagno logró obtener muestras del polvo blanco que cubría la zona. Los análisis revelaron que contenía un 98 % de potasio y un 2 % de una sustancia no identificada, lo que descartaba la hipótesis de un meteorito, según varios especialistas. Durante los días siguientes, vecinos reportaron luces anaranjadas y fenómenos extraños durante siete noches consecutivas, incluyendo apariciones de objetos voladores y cortes de energía.
Se especuló con la participación de autoridades extranjeras y personal no identificado que habría llegado a la zona para controlar la situación, lo cual alimentó la teoría de un encubrimiento oficial. Para muchos investigadores, este caso representa uno de los incidentes OVNI más sólidos de Argentina, por la cantidad de testigos, las evidencias físicas, y la presunta intervención estatal para silenciar lo ocurrido.